La definición de “vida” puede tener varias concepciones para un individuo, desde lo emocional, espiritual, la plenitud en la concreción de sus aspiraciones y las acciones que ejecuta, hasta el más estricto sentido fisiológico/médico/forense: presencia de latido cardíaco y respiración. Sin embargo, existen zonas grises en estas definiciones, por ejemplo, cuando no todas las funciones biológicas se conservan. Tal es el caso de la pérdida de funciones cerebrales o la denominada “muerte cerebral”. En el mismo sentido, un ser humano declarado “fallecido” preserva sus células vivas durante algún tiempo, mientras éstas reciban suficiente oxígeno y resistan un ayuno de nutrientes. De hecho, las células están vivas cuando pueden hacer su metabolismo: procesar sus nutrientes, producir las moléculas que requieren, respirar, etc. Los científicos contamos con métodos de laboratorio que nos permiten identificar a las células vivas y muertas gracias a ensayos biológicos que permiten determinar si estos procesos existen o no.
En el lenguaje corriente suele utilizarse la expresión “una vida” o “dos vidas” haciendo referencia al número de individuos. Sin embargo, el concepto de VIDA desde el punto de vista biológico no se refiere exclusivamente a humanos, sino a toda forma de vida: bacterias, plantas, insectos, hongos, mamíferos, peces, etc.
En el año 2012, el Dr. Yamanaka recibió el premio Nobel en Medicina por haber demostrado
que las células maduras de un individuo, una vez aisladas, pueden modificarse por ingeniería genética y reprogramarse para obtener células madre. Las células madre obtenidas por reprogramación in vitro se llaman células pluripotentes inducidas y, al igual que las células madre naturales, pueden dividirse y madurar para diferenciarse en distintos tejidos. A partir de estos hallazgos, muchos científicos en el mundo podemos reprogramar in vitro cualquier tipo de célula de origen animal o humano para obtener células pluripotentes inducidas y luego hacerlas madurar/diferenciar a tejidos específicos que forman los distintos órganos. Según investigaciones nacionales y del exterior, los tejidos obtenidos a partir de esta técnica constituyen una alternativa de excelencia para injertos en terapias de reemplazo porque que no presentan el principal problema del trasplante de órganos: el rechazo del injerto. Esto se debe a que los tejidos obtenidos poseen la identidad genética del propio individuo.
En el video adjunto se muestra cómo se ven los "cuerpos latidores": células pluripotentes inducidas que se diferencian a células de tejido cardíaco in vitro, laten al unísono en una caja de Petri.
¿Hay vida? Sí, definitivamente.
La había desde que las células fueron obtenidas del individuo y antes de ser reprogramadas. Si no lo hubieran estado, no se podrían obtener las células reprogramadas. Sin embargo, vale aclarar que estos cuerpos latidores, más allá de cualquier concepción moral o religiosa, no conforman un ser humano y, desde el punto de vista biológico, una vida no es un ser humano. Además, un ser humano se considera vivo mientras preserve dos funciones vitales esenciales: latir y respirar en forma natural o asistida, independientemente de sus funciones cognitivas. Sin embargo, muchas de las células y órganos de un individuo fallecido se preservan vivos y pueden utilizarse en trasplantes.
En las definiciones de vida y muerte convergen conceptos morales, éticos, religiosos y
biológicos y en ocasiones, no fluyen en armonía.
Dra. Mónica A. Costas
Investigadora Principal de CONICET, IDIM CONICET-UBA
mcostasra@hotmail.com
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